Es la repetición indefinida de acciones secundarias dentro de los límites de una acción primaria. Las acciones secundarias son siempre análogas a la acción primaria. Un ejemplo común es el del personaje de una narración que comienza a narrar otra historia dentro de la cual puede aparecer un nuevo personaje narrador.
Existen tres tipos principales de puesta en abismo. La primera consiste en una imagen o una idea que se representa a sí misma y por lo tanto sus reproducciones continúan, en teoría, hasta el infinito. Es similar al efecto de poner un espejo frente a otro espejo. Se utiliza para dar una idea de profundidad sin fin.

La segunda forma se utiliza para despertar la conciencia del autor o del espectador. Ocurre cuando se hace referencia al proceso de creación (el pintor que pinta un cuadro de sí mismo pintando) o del proceso de consumo (el lector que lee una historia sobre alguien que lee una historia). Despierta la consciencia del pintor ante su trabajo y la del espectador frente a la obra. El ejemplo perfecto es el cuadro de Diego de Silva Velázquez, Las Meninas.

La tercera forma de puesta en abismo revela el principio creador u origen de la imagen: el por qué existe la imagen dentro de su contexto.

Asimismo, distintas formas de puesta en abismo pueden darse en una misma imagen (haz click en la imagen para agrandarla).
